martes, 1 de febrero de 2011

Alimentación sana con sentido común

Índice.

Introducción.
1. Alimentos principales.
1.1. Vegetales mejor que carne.
1.2. Huevos mejor que carne.
1.3. Leche mejor que carne.
1.4. Comida local mejor que comida foránea.
1.5. Alimentos crudos mejor que procesados.
1.6. Alimentos integrales mejor que refinados.
1.7. Alimentos naturales mejor que enriquecidos.
1.8. No a la comida manipulada genéticamente.
2. Condimentos.
2.1. Condimentos naturales.
2.2. Aditivos artificiales.
3. Bebidas.
3.1. Estimulantes.
3.2. Alcohólicas.
3.3. Refrescos.


Introducción.

Inicio una serie de dos artículos en los que trato de aplicar el sentido común, primero a la alimentación, y luego a los hábitos de vida.

El asunto de la alimentación es confuso. Distintos grupos de gente afirman cosas distintas sobre qué es comer bien y sobre qué alimentos no se deben comer. Unos dicen que no hay que beber leche. Otros, que no hay que comer carne. Otros, tampoco pescado. Los estudios científicos que decían una cosa pasan a decir la contraria después. La industria alimentaria va a lo suyo, a vender. Hay mucha información confusa y contradictoria. Ante esta situación, lo mejor es aplicar el sentido común lo más que se pueda para encontrar un punto de partida seguro de hábitos alimenticios sanos sobre el que se pueda ampliar después, si se puede, el conocimiento sobre qué debe ser una buena alimentación.

Así, este texto es un ejercicio de discernimiento en el que aplicando solamente el sentido común, sin utilizar ningún dato obtenido de experimentos científicos, médicos o de ritos religiosos, tratar de determinar la base racional de cómo debe ser una alimentación sana. Las conclusiones serán polémicas para mucha gente, lo cual no me parece nada malo, sino todo lo contrario, señal de lo alejada de la naturaleza que está la gente hoy en día.

Por supuesto, lo más difícil es tener la fuerza de voluntad para llevar el tipo de alimentación acorde con las conclusiones.

El ser humano en la actualidad es biológicamente igual que en la prehistoria, pero mientras que entonces el ser humano comía y vivía adaptado al ambiente natural, en la actualidad lo hace en un ambiente artificial, pero con las mismas apetencias genéticas que entonces, los mismos deseos, etc., lo que produce trastornos y vicios alimentarios. Alejarse de lo natural y del sentido común es favorecer la enfermedad.

Hay que escuchar al cuerpo, y no comer si no se tiene hambre.


1. Alimentos principales.


1.1. Vegetales mejor que carne.

El animal humano está hecho para comer vegetales principalmente por los siguientes motivos:

  • Cuerpo: El cuerpo humano no está hecho para cazar. No tenemos garras, ni dientes afilados ni velocidad corriendo para atacar a otros animales y capturarlos. El cuerpo humano se parece más al de un herbívoro que al de un carnívoro, luego está hecho para recolectar comida vegetal.
  • Dientes: Los dientes humanos no son como los de los carnívoros, largos y puntiagudos para desgarrar la carne y a continuación tragarla, sino que son dientes más parecidos a los de los herbívoros, para masticar y triturar alimentos como semillas o frutas. Para comer carne como lo hacen los carnívoros, necesitamos cocinarla primero, y cortarla con herramientas.
  • El intestino humano es muy largo, para poder digerir alimentos vegetales, más parecido al de los herbívoros que al corto intestino de los carnívoros.
  • Sabor: En la naturaleza, la comida se come tal cual es, sin procesar. Así, a un carnívoro, como un león, la carne cruda seguro que le parece muy sabrosa, pero a una persona no. Una persona normalmente no está capacitada para comer carne cruda. A una persona lo que le parece sabroso es por ejemplo una fruta, cosa que, que yo sepa, no les gusta a los carnívoros.

Sin embargo, la experiencia muestra que podemos comer carne. Por lo tanto, uniendo ambas cosas, el resultado es que somos omnívoros pero más cerca de los herbívoros que de los carnívoros. Y la carne que podemos y debemos comer es aquella facilita de comer, como huevos, mejor que carne animal propiamente dicha como de vaca.

Yo creo que en la prehistoria, el ser humano era principalmente frugívoro/herbívoro (recolector), y de vez en cuando cazaba algo y comía carne. No creo que comiera carne cada día, pues ni siquiera los carnívoros lo hacen, pues cazar es difícil y cuesta mucho esfuerzo. Menos aún los humanos, que somos omnívoros. Por lo tanto, el ser humano está adaptado a comer carne como mucho cada varios días, no diariamente.

Seguramente el primer cambio civilizacional que apareció fue la agricultura, para asegurarse el abastecimiento vegetal, y luego la ganadería, para tener carne, leche y huevos. Al tener ya facilidad para comer lo que se quiere, empezó el proceso de comer lo que apetece, y no lo que se necesita, a lo que el cuerpo está adaptado, y por ello, empiezan a aparecer enfermedades por una mala alimentación.

Valor económico: El precio de la carne es mayor que el de los vegetales porque para obtener carne, hay que alimentar al animal durante un tiempo con vegetales, con lo que el precio de la carne incluye el precio de todo lo que el animal comió, más otros gastos como cuidar al ganado, curarle en caso de enfermar, etc., lo que aumenta el precio.

Toxicidad implícita: La carne contiene muchos más microbios que los vegetales. La prueba es que se estropea mucho más deprisa a temperatura ambiente que los vegetales. Las prohibiciones de comer ciertos tipos de carne en ciertas religiones se debe a motivos de seguridad alimentaria en épocas antiguas en las que no había frigoríficos para conservarla, ni se podían combatir bien a los parásitos que la carne puede contener.

Toxicidad añadida: En la ganadería moderna se le suministra al ganado medicamentos y hormonas para mejorar la producción que luego pasan al ser humano, (por no hablar de lo que causó la enfermedad de las “vacas locas”).

Sobreuso de tierras de cultivo: Una población carnívora necesita más tierras de cultivo que una población vegetariana, pues esas tierras de cultivo son para alimentar al ganado. Esto es una presión innecesaria sobre el ambiente.


1.2. Huevos mejor que carne.

  • Valor nutritivo: El huevo contiene todas las sustancias nutritivas para formar un animal ya terminado. Por ejemplo, de un huevo de gallina sale un pollito, lo cual muestra que todo lo que el pollito es, carne, huesos, piel, etc., estaba en el huevo. Por lo tanto, el huevo es un alimento nutricionalmente muy completo. La carne, en cambio, sólo es una parte del total de lo que el pollito es, luego es un alimento menos completo que los huevos. Vermos además en la naturaleza que los huevos son siempre un alimento preferido por toda clase de depredadores, tanto por su facilidad de ser cazados, claro, como por su valor nutritivo. Todos hemos visto esas imágenes de toda clase de depredadores que se abalanzan sobre las tortugas recién nacidas en la playa dirigiéndose hacia el mar.
  • Valor económico: Igual que los vegetales son más baratos que la carne, también lo son, empleando el mismo razonamiento, los huevos (por ejemplo, de gallina) que la carne (de pollo).


1.3. Leche mejor que carne.

Se aplica el mismo razonamiento con la leche que con los huevos: un bebé mamífero crece comiendo solamente leche materna, lo cual demuestra que la leche materna tiene todas las sustancias nutritivas necesarias.

Hay una gran controversia sobre la conveniencia de beber o no leche de vaca. No voy a entrar en ese asunto, porque no lo tengo claro. Los detractores argumentan que ningún animal a partir de cierta edad bebe leche, por lo que los humanos no deberían hacerlo tampoco. Los animales que beben leche, lo hacen de la madre hasta que la cría ha crecido lo suficiente para alimentarse por sí misma. El sobreesfuerzo para la madre que es la lactancia es una situación temporal, realizada porque no queda más remedio, al no poder la cría comer otra cosa inicialmente.

Sin embargo, se les olvida que los animales no lo hacen porque los animales no son ganaderos, no pueden “esclavizar” a otros animales para beberse su leche. Si pudieran, quizá lo harían, igual que en cuanto pueden, se comen los huevos de otros animales.

Pero se puede pensar que ya que a partir de cierta edad no se va a beber leche, la naturaleza ha establecido en correspondencia que el sistema digestivo se vuelva más o menos incapaz para digerirla o aprovecharla al máximo, lo cual en el caso humano implicaría inconveniencia para seguir bebiendo leche en la edad adulta. Es un asunto complicado usando solamente el sentido común.

Para los bebés, es mejor la leche materna que la preparada del biberón, siendo la segunda un intento imperfecto de aproximarse a la primera.


1.4. Comida local mejor que comida lejana.

Hay quien dice que es conveniente comer la comida propia del lugar en donde uno vive, porque tanto uno mismo como la comida están adaptados al mismo ambiente, al mismo ecosistema, y eso es mejor que comer algo de un ecosistema distinto, que es comida para otra clase de seres vivos. Tiene su sentido. Por ejemplo, parecería raro que los nórdicos comieran frutas tropicales que son comida de un ambiente tropical y no de uno frío.


1.5. Alimentos crudos mejor que procesados.

Son mejores los alimentos crudos que los procesados:

  • Un alimento crudo tiene las cualidades nutritivas que tiene, mientras que uno procesado puede haberlas perdido o no. Lo más lógico es pensar que perderá más nutrientes si se procesa que si no. Por ejemplo, en la fritura, se cambia la composición química y se producen moléculas extrañas. Hay que desconfiar de todo alimento resultado de un proceso industrial. Otra cosa es que no se pueda evita procesar el alimento, en cuyo caso habría que plantearse si merece la pena o interesa comerlo (como la carne) en vez de otro que no requiera procesamiento (fruta, lechuga, etc.).
  • Sabor: Al alterarse la composición química durante el procesamiento, se puede alterar el sabor.
  • Un alimento crudo se puede digerir con más facilidad, pues el cuerpo humano, como los demás animales, está hecho para comer los alimentos en su estado natural y no habiendo sido transformados en algo diferente y extraño.
  • El jamón: La carne de cerdo sin condimentar no sabe a nada, y se estropea a temperatura ambiente tan rápidamente como cualquier otra carne. Pero, por medio del proceso llamado “curación”, se transforma la carne de cerdo en jamón. Este proceso, la “curación” del jamón, consiste resumiéndolo mucho en enterrar el jamón en sal y esperar a que esta lentamente penetre dentro de todas las células de carne por muy profundas que estén. Tiene mucha sal, pero no añadida externamente, por lo que no sabe salado, sino integrada en las células, por lo que sabe “sabroso”. Y claro, da mucha sed. La sal del jamón le confiere dos propiedades importantes: mucha mayor duración que la carne no “curada” (la sal es un conservante), y sabor (la sal es un potenciador del sabor). Eso es el jamón: Carne de cerdo + sal + tiempo de maduración = sabor + duración. De los dos primeros sumandos (carne de cerdo + sal) no se puede deducir que el jamón sea sano, sino todo lo contrario. No hay que confundir lo sano con lo sabroso. Del tercer sumando, el tiempo de maduración, se podría pensar que aporta una transformación a la carne que la hace más sana, (y así es, aunque no creo que sea para tanto como la publicidad comercial pretende hacer creer), pero no se puede deducir solamente con razonamientos de sentido común (sí analizando su composición químicamente y encontrando ácidos grasos, etc.). En general, considero al jamón un alimento sobrevalorado en cuanto a su valor nutricional y en cuanto a lo saludable que es (toma blasfemia, jajaja).


1.6. Alimentos integrales mejor que refinados.

Los alimentos refinados, como el arroz blanco respecto del arroz integral, o el azúcar refinado respecto del azúcar moreno, tienen empobrecido su valor nutritivo, al haberse eliminado a propósito partes del alimento.


1.7. Alimentos naturales mejor que enriquecidos.

En los últimos tiempos se han puesto de moda alimentos enriquecidos, que pueden ser de dos clases:

a) Enriquecidos con nutrientes: Es una estrategia de venta ofertar comida enriquecida con ciertos nutrientes, pero en realidad, puede que esos nutrientes no se puedan asimilar por el cuerpo, pues se puede pensar que los nutrientes se asimilan mejor cuando están juntos en alimentos naturales que el cuerpo está adaptado a comer. Por ejemplo, los de una fruta. También, porque unos nutrientes facilitan la absorción de otros. De nuevo, con el ejemplo de la fruta se puede pensar que la planta ha juntado las sustancias en las proporciones necesarias para que los podamos asimilar bien. En caso de tomarlos por separado, o en caso de tomarlos en alimentos en los que no están presentes de manera natural, podría pensarse que no se van a asimilar igual de bien, así que esos alimentos enriquecidos pueden no ser útiles como publicitan, aunque tampoco hay motivos para pensar que vayan a ser perjudiciales.

b) Enriquecidos con bacterias probióticas: Bacterias que pasan a través del sistema digestivo y sobreviven en suficiente cantidad al llegar al intestino. En cuanto a los alimentos con bacterias probióticas añadidas, se podría sospechar que dichas bacterias en el cuerpo podrían comportarse de una manera distinta de la deseada, sin aportar ningún beneficio o incluso producir problemas. Los clasifico en dos tipos:

  • Tradicionales o históricos: Como el yogur o el kéfir. Se sabe que se llevan tomando durante milenios, por lo que están más que probados. Por ejemplo, en el kéfir viven diversos tipos de microbios probióticos juntos en simbiosis, colaborando mutuamente entre sí, lo cual seguramente mejora y/o facilita sus propiedades probióticas y sus efectos en el intestino y en la salud en general.
  • Industriales: Son recientes, producidos de manera industrial, por lo que no están probados a lo largo de la Historia. Se podría sospechar que las bacterias añadidas podrían comportarse en el cuerpo de una manera distinta de la esperada, ser ineficaces o producir problemas. Mucha gente desconfía con razón de esos alimentos y se les sigue investigando. Además, suelen contener solamente un tipo de bacteria probiótica, (como esos yogures con acidófilus), y no una comunidad (biocenosis) como en el kéfir.


1.8. No a la comida manipulada genéticamente.

El animal humano, como los demás, está hecho para comer y asimilar comida natural. Los alimentos genéticamente manipulados no lo son, y es muy lógico pensar que no estamos preparados para asimilarlos y que pueden producir además otros problemas.

No tenemos porqué comer eso porque a unas empresas multinacionales les interese ganar dinero con productos optimizados en su producción por medio de la modificación genética, pero alejados de lo natural y asimilable por el ser humano.


2. Condimentos.

Los animales no condimentan la comida, y así los humanos tampoco lo necesitamos. Los usamos para potenciar el sabor, y otras veces, para mejorar el sabor de alimentos que lo han perdido al ser cocinados o procesados. En este segundo caso, hay que aplicar el dicho “más vale prevenir que curar”, o sea, evitar que la comida pierda el sabor y no añadírselo cuando ya lo ha perdido.

Los aditivos alimentarios pueden ser de dos tipos: Naturales o artificiales.


2.1. Condimentos naturales.

Los condimentos naturales son la sal, el azúcar, los carotenoides (colorantes naturales de alimentos, como el que le da el color a la zanahoria), el ácido L-ascórbico o vitamina C, (usado como conservante), etc.

Hay ciertas sustancias químicas que son muy importantes, de tal forma que el cuerpo tiene la capacidad de detectarlas para ingerirlas o rechazarlas, según se trate. Son los cuatro sabores detectados por el sentido del gusto:

  • Dulce: Detecta la presencia de azúcar, sustancia imprescindible para el cuerpo.
  • Salado: Detecta la presencia de sal, sustancia imprescindible para el cuerpo.
  • Ácido: Detecta la presencia de ácido, que en las frutas es señal de falta de maduración, y de que la fruta no debe ser comida todavía.
  • Amargo: Detecta la presencia de venenos o toxinas, señal de que la comida no debe ser comida por estar en mal estado o ser venenosa.

Los azúcares son necesarios para producir energía y se ingieren con una alimentación normal con las frutas o con la leche. No es necesario añadir nada de azúcar a las comidas. Si se hace, es porque el ser humano sigue teniendo la misma apetencia genética por el azúcar de siempre, pero a diferencia del resto de animales y de los mismos humanos en la época prehistórica, ahora en nuestro mundo civilizado tenemos comida y azúcar de sobra, por lo que el individuo se deja llevar por esa apetencia y endulza innecesariamente los alimentos, acarreando enfermedades por exceso de azúcar.

Lo mismo sucede con la sal, sustancia imprescindible que a lo largo de la Historia incluso se usó como moneda (de ahí procede la palabra salario”). La sal está presente en carne, huevos, pescados, y si se añade es por vicio, por dejarse llevar por la apetencia genética por la sal, heredada de una época muy lejana en el tiempo en la que a los humanos, como a los demás animales, les costaba trabajo conseguir la dosis de sal, (se sabe de herbívoros que lamen paredes de cuevas con sal e insectos que filtran agua), pero que en la actualidad ingerimos de sobra, produciendo enfermedades al abusar de ella.

No se me ocurre ningún motivo por el que otros condimentos, tales como el perejil o la pimienta, puedan ser perjudiciales.


2.2. Aditivos artificiales.

Son claramente indeseables, pues a priori el cuerpo no está hecho para digerir esas sustancias. Además, los estudios de seguridad no son suficientes ni pueden serlo. Las autoridades alimentarias dicen que una dosis de un aditivo menor que una cierta cantidad por cada kg. de peso al día es “segura” refiriéndose a la influencia directa de esa sustancia en el cuerpo, pero lo que no dicen ni lo pueden saber es que esa sustancia puede influir a largo plazo, o interactuar con otras sustancias naturales y lo que es peor, con otras sustancias artificiales, como otros aditivos, de una manera desconocida.

Algunos de estos aditivos (conservantes) han permitido conservar la comida durante más tiempo y poderla así distribuir mejor entre la población. Siendo esa función en cierto modo “legítima”, (mientras los conservantes no sean tóxicos), hace mucho que fue sobrepasada y las empresas de alimentación emplean los aditivos para otras funciones menos éticas: mejorar el aspecto de la comida o incluso enmascarar su mal aspecto (colorantes, espesantes, antiapelmazantes, etc.), tras haber pasado por un proceso industrial que la ha deteriorado, hacerla más sabrosa con potenciadores del sabor (sal, glutamato monosódico), para que la gente coma más y vender así más, etc.


3. Bebidas.

Las bebidas tradicionales están más cercanas a lo natural en su composición, elaboración, etc., que las modernas, así que parece lógico pensar que son más sanas. Así, es mejor la cerveza y el vino que la Coca-Cola o Sprite.


3.1. Estimulantes.

Bebidas como el café o el té son innecesarios desde el punto de vista alimenticio. Su importancia es exclusivamente debida a los efectos estimulantes y de otro tipo que sus alcaloides poseen sobre el cuerpo, sobre el sistema nervioso. A la humanidad siempre le ha gustado tomar estimulantes y drogas, pero no veo que eso sea muy sano. En realidad, tiene un coste para la salud: adicción psicológica y física, lo que demuestra que no es sano. Por el contrario, nadie sufre de adicción por comer uvas, lechugas, tomates o huevos.

Se hace necesario considerar también el coste ecológico: Tierras de cultivo que podrían dedicarse a producir comida de verdad, o a mantener la vegetación virgen del lugar. Sólo se debería cultivar lo que se necesita.


3.2. Alcohólicas.

Las bebidas sometidas a un proceso de fermentación alcohólica producen alcohol (cerveza, vino, como ejemplos más suaves, y ron o whisky, como casos más fuertes). Tienen en común con los estimulantes del tipo del café o el té el efecto que, en este caso producido por el alcohol y no un alcaloide, ejercen sobre el sistema nervioso, y tienen en común con los alimentos refinados que han sufrido en su elaboración un proceso de tratamiento (en este caso, fermentación alcohólica). El caso es que son productos innecesarios, y perjudiciales a largo plazo que provocan enfermedades graves (alcoholismo, cirrosis hepática), cuando las bebidas alcohólicas se beben en gran cantidad o durante mucho tiempo, sobre todo si son bebidas de alta graduación alcohólica. No es lo mismo beber vino que zumo de uva.


3.3. Refrescos.

Las bebidas refrescantes suelen ser sopas químicas llenas de aditivos artificiales, sal y azúcar en grandes cantidades, con un indeseable grado de acidez alejado de la neutralidad química del agua. Un potingue antinatural y tóxico, hecho para tener muy buen sabor, pero no para ser sano, pues el objetivo es vender mucho entre la población, cuyo criterio de compra es el sabor y no la salud.

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